Ara Malikian brindó un espectáculo cargado de virtuosismo, humor y emociones intensas. Con su talento y carisma, el violinista armenio-libanés radicado en España demostró una vez más su capacidad para conectar a través de su música y sus historias con la audiencia; con quienes tendrá este sábado una segunda oportunidad para encontrarse.
El concierto, que comenzó puntualmente a las 20:40, sorprendió por la combinación de habilidad técnica y narración envolvente de Malikian. Entre cada pieza, compartió anécdotas personales y reflexiones profundas, con su característico sentido del humor y colorido y fluido español, tocando temas como la sensación de no encajar. “Intrusos nos hemos sentido todos”, dijo en uno de sus monólogos.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue el homenaje que Malikian rindió al gran Ástor Piazzolla, a quien describió como “el genio que al principio fue incomprendido”.
Asimismo, no faltaron las obras de Niccolò Paganini, uno de sus grandes inspiradores. “Toqué los 24 caprichos para violín que compuso”, comentó Malikian, demostrando su respeto y admiración por el célebre violinista y compositor italiano.
Acompañado por cuatro talentosos músicos cubanos —Iván Melón (piano), Iván Ruiz Machado (bajo y contrabajo), Georvis Pico Milan (batería) y Dayan Abad (guitarra)—, el violinista ofreció un repertorio ecléctico que incluyó piezas propias, versiones de composiciones clásicas y canciones populares.
Su violín, con potente y vibrante sonido, cobró vida en cada pieza, desde “Rapsodia” y “Dvorák” hasta “Intruso” y “Paganini”. El espectáculo fue una fusión de estilos, viajando desde la música clásica europea hasta el jazz, el tango y los ritmos balcánicos, todo bajo el sello personal del violinista.
Entre cada tema, Malikian mezclaba anécdotas, algunas reales y otras que parecían inventadas, pero siempre logrando que el público riera y se emocionara. Su capacidad para contar historias, unida a su talento musical, hizo que cada instante del show fuera único.
Después de dos horas, el espectáculo culminó con una ovación de pie. Cada nota y cada palabra de Ara Malikian parecían resonar en lo más profundo de la sala. Con su violín como extensión de su ser, logró un viaje sonoro que conquistó (una vez más) al público. Su música, su humor, su energía desbordante marcaron una noche inolvidable, que aún tiene una segunda función este sábado.
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