A 20 años de la histórica medalla de oro conseguida en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, la Generación Dorada del básquet argentino tuvo su merecido reencuentro con una exhibición que llenó el estadio del Parque Roca para celebrar a un equipo legendario y fuera de serie.
En lo deportivo, porque la hazaña conseguida en Grecia se mantiene como una anomalía en el mundo del básquet: es la única medalla dorada que no gana Estados Unidos desde que en 1992 compite con lo mejor de sus estrellas de la NBA.
Hito al que hay que sumarle el antecedente de Indianápolis 2002, cuando envalentonados por el grito de guerra “esta es la banda más loca que hay” derrumbó para siempre el mito de la invencibilidad de los norteamericanos y los sacudieron con la primera derrota de la historia con jugadores profesionales.
Cuenta la leyenda que los NBA se quedaron perplejos al ver cómo un grupo de prácticamente desconocidos argentinos por primera vez no les demostraban temor ni reverencia antes del partido, entonando el que se convertiría el himno de la Generación Dorada a puro pogo de tribuna.
En lo humano, por lo excepcional e irrepetible de que coincidan en una misma generación prácticamente todos los mejores jugadores de la historia de este deporte en el país, y que además sean todos amigos y que cada vez que se juntan parezcan de nuevo tener 20 años.
“Es un viaje de egresados”, resumió perfectamente Pepe Sánchez al referirse al espíritu de estos 12 compañeros de equipo que cada vez que se juntan generan magia a su alrededor.
Y como un último gesto mágico, de pronto convocar a esa postergada reunión que nunca pudo darse desde el oro ateniense dos décadas atrás; y que en vez de un asado o un viaje juntos sea una exhibición a estadio lleno donde la gente se reunió para celebrar por última vez a una docena de jugadores que supieron trascender lo que sucede dentro de un rectángulo de madera.
Hubo un primer cuarto con buen nivel de juego, sobre todo a cargo Walter Herrmann y Carlos Delfino, ambos en impecable forma física y basquetbolística.
Manu Ginóbili regaló carisma, mucha buena mano y hasta una volcada que hizo estallar a los espectadores.
Luego se sumaron al show famosos, artistas y otros deportistas amigos. Y la nota emotiva para el cierre con los hijos de los jugadores compartiendo la cancha con sus padres, para pasar a ser parte de una historia de la cual sólo habían escuchado hablar.
Hubo podio, premiación, homenajes, saludos a la distancia de familiares y otros ídolos del deporte y el espectáculo como los campeones olímpicos fueron sorprendidos por los saludos que enviaron sus familiares, amigos y celebridades como Luciana Aymar, Gabriela Sabatini, Diego Torres, Facundo Campazzo, Nicolás Laprovittola, Gregg Popovich y Ricardo Darín.
Y terminar al igual que empezó todo: en ronda, saltando, y cantando como adolescentes “esta es la banda de la Argentina, que está saltando de la cabeza…”
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