Llegar al Teatro Presidente Alvear para el reestreno de Cyrano no fue simplemente asistir a una obra: fue ser parte de una noche especial, casi como una celebración. Antes de que se levantara el telón, el ambiente ya era festivo. A los invitados se los recibió con copas de vino, lo que ayudó a relajar la espera y dio pie a charlas y saludos entre conocidos del mundo de la cultura. En el hall, se respiraba cierta expectativa alegre, como si todos supiéramos que lo que estábamos por ver no era una obra más.

La producción, que ya va por su cuarta temporada, volvió a la cartelera porteña tras una exitosa estadía en Mar del Plata, donde cosechó premios y elogios, incluyendo un Estrella de Mar de Oro para Gabriel «el Puma» Goity, quien encarna a un Cyrano entrañable y valiente, acomplejado por su enorme nariz y locamente enamorado de su prima Roxane.

Y ahí está el corazón de esta historia: el amor, sí, pero también el humor como escudo y las despedidas que duelen. Cyrano no es solo un hombre de palabras brillantes; es alguien que ama tanto que prefiere correrse a un costado para que la mujer que quiere sea feliz, incluso si eso significa verla con otro.

Hay algo profundamente humano en ese gesto, una mezcla de orgullo y ternura, que toca una fibra sensible. Porque ¿quién no ha sentido alguna vez que el amor no alcanza, que uno no es suficiente? ¿Y cuántas veces, con dolor, decidimos acompañar desde el silencio lo que no podemos tener?

Ese gesto, tan poético como desgarrador, convierte a esta historia en mucho más que un triángulo amoroso. Habla de esas despedidas que uno no elige, de renuncias que duelen, de cuando uno ama tanto que prefiere desaparecer para no estorbar. Pero también hay humor, mucha ironía, y una puesta en escena que sabe jugar con lo clásico sin perder frescura.

La puesta volvió recargada, con una escenografía imponente y una dirección a cargo de Willy Landin, que mantiene la intensidad y el humor que hacen de esta versión algo más que una adaptación. Es un espectáculo pensado en grande, y se nota en cada detalle.

Esa noche del martes 20 de mayo, además del público general y la prensa, se hicieron presentes muchas caras conocidas: desde funcionarios como Gabriela Ricardes y Alberto Ligaluppi, hasta artistas y figuras mediáticas como Roly Serrano, Mariano Cohn, Silvina Chediek y el mismísimo Abel Pintos, que pasó a saludar antes de que comenzara la función.

Cyrano ofrece solo 20 funciones en esta temporada porteña: de jueves a sábado a las 20 y los domingos a las 19, hasta el 15 de junio. Una oportunidad única para reencontrarse con un clásico del teatro francés, contado con pasión, humor y esa dosis justa de emoción que hace que uno salga del teatro un poco más conmovido, y en este caso, también un poco más contento, gracias a ese brindis previo que ya hizo de la noche algo inolvidable.


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