El cambio climático empeorado por las actividades humanas hizo de 2025 uno de los tres años más calientes de los que se tenga registro, dijeron científicos.
Fue también la primera vez que el promedio de temperatura a lo largo de tres años superó el umbral establecido en el Acuerdo de París de 2015 para limitar el calentamiento a no más de 1,5 grados Celsius (2,7 °Fahrenheit) respecto a la época preindustrial. Los expertos exponen que mantener la Tierra por debajo de ese límite puede salvar vidas y prevenir una destrucción ambiental catastrófica en todo el mundo.
El análisis de los científicos de la colaboración académica World Weather Attribution (Atribución Meteorológica Mundial, o WWA), publicado el martes en Europa, se produjo en un año en el que personas de todo el mundo se vieron afectadas por los peligrosos extremos causados por el calentamiento del planeta.
Las temperaturas se mantuvieron altas a pesar de la presencia de La Niña, el enfriamiento natural ocasional de las aguas del océano Pacífico que influye en el clima global. Los investigadores citaron el mantener la quema de combustibles fósiles —petróleo, gas y carbón—, que emiten a la atmósfera gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
Extremos en 2025

Los fenómenos meteorológicos extremos matan a miles de personas y cuestan miles de millones de dólares en daños anualmente.
Los científicos de la WWA identificaron 157 fenómenos meteorológicos extremos que clasificaron como entre los más graves de 2025, lo que significa que cumplieron criterios como provocar más de 100 muertes, afectar a más de la mitad de la población de una zona o causar que se declarara estado de emergencia. De ellos, analizaron minuciosamente 22.
Eso incluyó olas de calor peligrosas, que la WWA expuso que fueron los fenómenos meteorológicos extremos más mortíferos del mundo en 2025. Los investigadores señalaron que algunas de las olas de calor que estudiaron en 2025 tenían 10 veces más probabilidades de ocurrir que hace una década debido al cambio climático.
Mientras tanto, la sequía prolongada contribuyó a los incendios forestales que asolaron a Grecia y Turquía. Las lluvias torrenciales y las inundaciones en México causaron la muerte de decenas de personas y dejaron a muchas más desaparecidas. El supertifón Fung-wong que azotó Filipinas obligó a más de 1 millón de personas a evacuar. Las lluvias monzónicas que azotaron India generaron inundaciones y deslizamientos de tierra.
La WWA señaló que los fenómenos extremos, cada vez más frecuentes y severos, amenazan la capacidad de millones de personas en todo el mundo para responder y adaptarse a estos fenómenos con suficiente antelación, tiempo y recursos, lo que los científicos denominan “límites de adaptación”. El informe citó el huracán Melissa como ejemplo: la tormenta se intensificó tan rápidamente que dificultó el pronóstico y la planificación, y azotó a Jamaica, Cuba y Haití con tanta fuerza que dejó a las pequeñas naciones insulares incapaces de responder y gestionar sus pérdidas y daños extremos.
Las negociaciones climáticas globales fracasan

Las conversaciones climáticas de Naciones Unidas celebradas en noviembre de este año en Brasil finalizaron sin un plan explícito para abandonar los combustibles fósiles. Y aunque se prometió más dinero para ayudar a los países a adaptarse al cambio climático, les tomará más tiempo hacerlo. Funcionarios, científicos y analistas han admitido que el calentamiento global superará los 1,5 °C (2,7 °F), aunque algunos afirman que revertir esa tendencia aún es posible.
No obstante, los países muestran distintos niveles de progreso.
China implementa rápidamente energías renovables, como la solar y la eólica —aunque aún invierte en carbón—. Si bien el aumento en la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos ha impulsado los exhortos a la acción climática en toda Europa, algunos países dicen que esto limita el crecimiento económico. Por su parte, en Estados Unidos, el gobierno de Trump ha alejado al país de las políticas de energía limpia en favor de medidas que apoyan el carbón, el petróleo y el gas.
Fuente: AP
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