Acento francés en el Delta

Museo de Arte de Tigre, Argentina

Para el espectador desprevenido (no importa si es nacional o extranjero), la foto remite a paisajes mucho más lejanos. ¿Es un castillo, un palacio? ¿Está en Europa del Este, Portugal, o Francia? A tres años de su reinauguración y reciclado, el Museo de Arte de Tigre continúa siendo una sorprendente novedad en el delta bonaerense, que todavía merece ser descubierta tanto por turistas como por los propios porteños.

El edificio fue inaugurado en 1910, siendo en sus orígenes la sede del exclusivo Tigre Club.  El proyecto original del edificio estuvo a cargo de la firma francesa Dubois y Pater, integrada por Pablo Eugene Pater y Luis Dobois.

Con el correr de los años la función del edificio fue cambiando. Para 1927, se agregaron las salas de juego del Casino de Tigre. Sin embargo, el lujo de sus primeros años fue dejando paso al deterioro y el abandono.

En 1979 el edificio fue declarado de interés patrimonial histórico por sus valores arquitectónicos singulares. Pero hubo que esperar hasta la década del ’90 para que la Municipalidad de Tigre redestine sus instalaciones para ser utilizado como Museo de Arte, que finalmente abrió al público en 2006.

Bellas artes de cara al río

Dentro del monumental conjunto arquitectónico que remite al Beaux Arts (derivación del academicismo francés, estilo propio del siglo XX, más moderno que el Art Nouveau), se destaca en el piso superior una larga terraza que balconea sobre el río y brinda al edificio un talante majestuoso y ofrece una romántica vista del río Luján y sus alrededores.

También en la segunda planta se encuentras las salas de exposición permanente, donde predomina el gran salón de formato abovedado que fuera originalmente salón de baile. En el centro del mismo, la gran atracción es la gran araña de bronce con caireles de cristal de roca, que fuera importada especialmente de Francia para la construcción del edificio, y restaurada en la actualidad respetando exactamente el modelo original.

Circundando la alta bóveda de esta gran sala superior, se puede ver también una pintura sobre seda natural a la altura del cielorraso, del pintor español Julio Vila-Paredes. En ella puede observarse un conjunto de musas interpretando distintos instrumentos en un fondo cubierto de flores y nubes.

Bajando por escaleras de mármol de Carrara con pasamanos de bronce, iluminadas por grandes ventanales decorados con vitraux, se llega a las salas de exposiciones temporales de la planta baja. Un portón de hierro y vidrio da acceso al hall de entrada, coronado por una escultura de bronce burilado de la fundición francesa Fonderies Du Val, de gran prestigio en el siglo XIX.

La colección

El patrimonio del Museo cuenta con una colección de arte argentino figurativo de los siglos XIX y X, con pinturas clásicas de precursores del arte en nuestro país como Carlos Pellegrini, Juan León Palliére y Juan Mauricio Rugendas. Junto a ellos, otros grandes maestros como Eduardo Sívori, Benito Quinquela Martín, Fernando Fader, Juan Carlos Castagnino, Florencio Molina Campos y muchos otros más.

Acorde al entorno geográfico, se aprecia también la obra de artistas que tomaron al Tigre como referencia, con paisajes de Horacio Butler, Carlos Barberis, el acuarelista Jorge Larco y Fermín Eguía.

La figura humana se hace protagonista de la mano de nombres de la relevancia de Lino Enea Spilimbergo, Anotnio Berni, Raúl Soldi, Juan Carlos Castagnino, Miguel Carlos Victorica y Miguel Diomede.

“C´est magnifique! C´est magnifique!”, exclama mientras lo recurre una turista francesa. No exagera. Tanto por su rica historia como por el gran trabajo de restauración y su colección pictórica, el Museo ofrece a quienes lo visitan una experiencia de calidad internacional que supera las exigencias de los paladares más exquisitos.

Texto: Mariano García

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