El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó hoy la entrada en vigor del Código de Delitos Administrativos que tipifica como crimen la equiparación de la actuación de la Unión Soviética y la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
La norma contempla penas de hasta 5.000 rublos (60 dólares) y 15 días de prisión para quienes realicen una equiparación pública de los dirigentes, mandos y personal militar de la URSS con los de la Alemania nazi y otros países del Eje, consignó la agencia de noticias Europa Press.
Para las personas jurídicas la pena se eleva a los 100.000 rublos (1.200 dólares), según precia la agencia de noticias rusa TASS.
La ley, que es una enmienda al Código de Faltas Admistrativas, también castiga a quienes «nieguen el papel decisivo del pueblo soviético en la derrota de la Alemania nazi y la misión humanitaria de la URSS en la liberación de los países de Europa».
En concreto se prevén penas de entre 1.000 y 2.000 rublos (entre 12,5 y 25 dólares) y 15 días de detención para la ciudadanía en general y entre 2.000 y 5.000 rublos (25 y 60 dólares) para personas jurídicas.
La reiteración puede conllevar multas de hasta 100.000 rublos y 90 días de suspensión de la actividad para organizaciones, incluidos medios de comunicación.
Los jueces, la Policía y Roskomnadzor (el organismo regulador de las telecomunicaciones) serán los encargados de abrir un proceso sancionador.
El Kremlin inició la invasión a Ucrania con la excusa de «desnazificar» al territorio vecino, pero los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso recordaron a muchos los hechos de barbarie cometidos durante la época soviética contra la población ucraniana y revivieron las comparaciones con el nazismo.
La escalada militarista rusa puso también en alerta a sus vecinos bálticos, que en su conjunto desde hace años sostienen políticas conjuntas para rememorar de igual manera tanto la ocupación nazi como la soviética en Estonia, Letonia y Lituania. Lejos de la narrativa «liberadora» rusa, los acontecimientos en Ucrania han encendido las alarmas en las naciones bálticas, que desde hace años llevan adelante numerosos proyectos para rememorar las situaciones de esclavitud y genocidio a las que fueron sometidas tanto por invasión alemana en los años ’30 como la posterior anexión soviética.