A 40 minutos de tren y por un costo menor a 1 euro, la pintoresca ciudad de Szentendre ofrece una escapada ideal para los que quieran descansar por un día de la majestuosa e interminable Budapest.
Ubicada a orillas de la bifurcación homónima del río Danubio, en el condado de Pest, Szentendre tiene una población estable de 27 mil habitantes y mantiene intacta su fisonomía tradicional. Calles empedradas, casas bajas de estilo barroco y un trazado urbano medieval conforman el principal atractivo para conocer algo más de Hungría que no sea su imponente capital.
La pintoresca plaza central, el distrito serbio con su iglesia ortodoxa o el barrio residencial a orillas del río se recorren a pie en algunas horas. El tono bohemio lo aportan la gran cantidad de museos y galerías de arte, marca registrada de una ciudad que fue cuna de grandes pintores húngaros. Y como remate, la vista panorámica de la ciudad desde la Plaza del Templo (Templom Ter), que domina el casco antiguo.
Seguramente los negocios, cafés y exquisitas casas de repostería y dulces (la mazapán es cuestión de Estado en esta región húngara) estén atestados de turistas durante el verano. Pero en invierno, y ni que hablar en días de semana bajo cero, Szentendre se convierte en un pueblo fantasma. E inesperadamente, tiene un encanto distinto.
Un silencio que hace que se escuche el correr de los arroyos, y hasta de los propios pasos marchando sobre los adoquines. Estar en contacto íntimo con la arquitectura y poder sacar fotos como si se tratara de una maqueta, sin molestos turistas interrumpiendo la visual. Caminar las calles entre negocios cerrados como si uno fuera nativo y estuviera disfrutando la paz de la temporada baja.
Para llegar desde Budapest, se debe tomar la línea 5 del tren interurbano BHÉV, una formación eléctrica típica del siglo XX que resiste los embates de la globalización y el mundo hiper tecnologizado (20 kilómetros en 40 minutos, a la vieja usanza socialista). Desde el centro de la capital, la terminal conecta con el metro en la estación Batthyány tér (frente al icónico Parlamento) y hay servicios cada 20 minutos.
Debido a la cercanía y facilidad de acceso, los más apresurados ni siquiera pasan el día completo en Szentendre. Se perderán ellos el encanto de la noche y el centro tenuemente iluminado, que en el despoblado invierno se tiñe de profundo romanticismo para quienes sepan apreciarlo.