Como parte de la gira de presentación de su nuevo disco “Balas y Chocolate”, la cantante mexicana Lila Downs repasó en el teatro Gran Rex de Buenos Aires más de 15 años de trayectoria y una docena de discos que la consagran como la voz más importante de Latinoamérica.
En dos horas y veinte temas, Downs le cantó a todo lo rico y bello, pero también lo amargo y violento, de la actualidad mexicana y regional. De allí el título de su disco, “Balas y Chocolate”, que sin perder el tono festivo celebra las bondades de la tierra tanto como denuncia las injusticias y atrocidades que acontecen en su país. Así fue como en “Humito de Copal” o “Patria Madrina” recordó a los estudiantes desaparecidos y periodistas muertos durante los últimos años. Porque además de cantante, Downs es graduada en antropología social por la Universidad de Minnesota, y en sus canciones no elude el comentario social y la crítica hacia la política mexicana.
En lo musical, las composiciones (en su mayoría propias junto a su marido, el saxofonista norteamericano Paul Cohen) recorrieron el folklore y las tradiciones rurales desde México hasta Perú, moviéndose entre rancheras, boleros, cumbia andina, habaneras, danzones y ritmos afroperuanos. Con un sonido moderno, arreglos contemporáneos y una banda de 7 músicos en escena que ejecutaron con pasión y precisión.
Hasta hubo tiempo para el tango, en uno de los momentos más entretenidos de la noche, cuando en medio del tema “Vámonos” se batieron en amistoso duelo musical la trompeta de Jerza Vargas y el acordeón de Leonardo Soqui, para ganarse el corazón del público local interpretando melodías tangueras.
Y por sobre todo este despliegue, el impresionante caudal de voz de Lila Downs, estrella y protagonista de la noche, que con calidez humana y carisma interpretativo celebró por estas tierras nuevamente el mestizaje musical y cultural latinoamericano.
Texto: Mariano García