La primera nevada del año llegó con anticipación a Ushuaia, y tomó desprevenida a la ciudad más austral del mundo. Durante el último fin de semana de abril, la paleta de verdes, ocres, amarillos y rojos que colorea el otoño patagónico se vio realzada por la pureza del blanco que sólo la nieve puede ofrecer.
Como ventaja adicional, la nevada de abril permite comenzar a disfrutar de las actividades recreativas y deportivas, como el trekking, ski y snowboard, sin tener que afrontar los habituales diez o quince grados bajo habituales en la temporada invernal.
Con la luz del sol todavía intensa en esta época del año, los bosques del extremo sur fueguino se presentan como un festival cromático único en el año. Vistos desde el Canal de Beagle, los cerros que enmarcan la ciudad ofrecen tríadas de blancos, grises y ocres. Al otro extremo del trayecto, la cordillera chilena vira hacia el azul violáceo, difuminado por la luz tenue a la distancia.
Pero otro espectáculo compite con el de los grandes panoramas. Se encuentra en cada parque, a lo largo de los bosques de lengas, al costado de los caminos. Se aprecia en el detalle de cada copo de nieve que se recuesta sobre las frágiles hojas, que se resisten a caer, tratando que el instante mágico de la primera nevada del otoño patagónico dure para siempre.
Texto: Mariano García