Hace 14 años, el talentoso guitarrista Charlie Hunter se presentaba por primera vez en Argentina para maravillar al público local con su increíble técnica que le permite tocar líneas rítmicas y melódicas al mismo tiempo, gracias a su particular guitarra-bajo de siete cuerdas. Fue en La Trastienda, escenario que el domingo 12 de octubre lo vio regresar, esta vez junto al baterista Scott Amendola, para presentar su segundo álbum como dúo, “Pucker”.
El formato dúo invita, la mayoría de las veces, a propuestas musicales mínimas e intimistas, con más espacio para los silencios. A menos que se cuente con Charlie Hunter, ya que en un solo músico conviven un bajista y un guitarrista en simultáneo, lo que transforma a las interpretaciones en las de un verdadero trío. Con un repertorio centrado en composiciones de Amendola y complementado por una buena cantidad de covers (desde The Cars hasta AC/DC pasando por Thelonious Monk), este conjunto de dos integrantes sube la apuesta y va por todo. Redoblan el esfuerzo y multiplican notas, acordes, compases, ritmos y melodías hasta el punto que el espectador se olvida que hay solo dos personas en el escenario.
El blues fue el protagonista y vehículo ideal para la propuesta del dúo, sobre todo para apreciar el prodigio técnico de Hunter. Las bases en 4/4, pero también el swing en 2/4, ayudan a reconocer las líneas de bajo que Hunter ejecuta con las tres cuerdas superiores de su instrumento, mientras que con las cuatro inferiores despliega acordes y melodías propios de la guitarra.
En improvisaciones más jazzísticas se complejiza el aspecto técnico hasta hacer ininteligible qué dedo de qué mano está tocando qué. Simplemente desarrolla un sonido completo y complejo del cual el simple espectador sólo puede tener indicios de la dificultad que representa a través de la multiplicidad gestual que regala Hunter con su rostro.
Por su parte, Amendola expande el rol de la batería mucho más allá de los límites de las bases rítmicas, para entablar diálogos permanentes con su colega. Libertad y sincronización, improvisaciones y estructuras. Todo fluye con naturalidad entre estos músicos que ya llevan tocando juntos por dos décadas. Y que son mucho más que dos.
Texto: Mariano García