Jugendstil: el tesoro escondido de Riga

Jugendstil en Riga

Modernismo español, Art Nouveau francés, Jugendstil alemán, Sezessionsstil austríaco, Stile Floreale en italia. Distintos nombres  para un mismo movimiento artístico y arquitectónico que suele asociarse a Barcelona, París, Berlín o Viena; pero que tiene a su ciudad más emblemática en una inesperada locación. Con casi 800 edificios pertenecientes a esta corriente, Riga reclama con justicia el título de capital mundial del modernismo.

La capital de Letonia esconde entre sus  estrechas calles una vasta y hermosa colección de edificios únicos, que florecieron entre finales del siglo XIX y principios del XX,  al compás del creciente nacionalismo cultural y un desarrollo económico y político como parte de la periferia del Imperio Ruso, que se vería interrumpido por la Segunda Gerra Mundial y la posterior ocupación nazi.

El crecimiento urbano posterior a la demolición de las murallas medievales de la ciudad, junto a una nueva camada de arquitectos graduados del Instituto Politécnico de Riga, propiciaron las condiciones para que en este rincón báltico se desarrollara una variante del Jugendstil que mantiene premisas como el colorismo y la figuración ornamental. Desnudos femeninos, esfinges, figuras mitológicas, animales y vegetación resaltan en los relieves de las fachadas de sus edificios y esquinas, creando una narrativa visual a lo largo de las calles de la capital letona. Ninguna otra ciudad del mundo concentra un número tan alto de edificios de este estilo, que en Riga abarca el 40% de su centro histórico. La calle Alberta, y el vecino distrito de embajadas, son el epicentro del modernismo letón, virtuoso en composiciones asimétricas y contornos sinuosos.

Algunos de los nombres que dieron vida a este movimiento fueron los arquitectos Konstantīns Pēkšens y Wilhelm Bockslaff, a quienes se sumó el ingeniero Mikhail Eisenstein (padre del legendario director de cine soviético Sergei Eisenstein). Obra de Pēkšens es el edificio que hoy alberga al Museo Art Nouveau de Riga, que funciona en el propio departamento donde vivió el arquitecto (calle Alberta, Nº 12).

Recorriendo el casco antiguo de la ciudad, la calle Audēju presenta otros magníficos ejemplares, como la florida esquina en el número 7, donde se ubica el primer edificio art nouveau de Riga. Siguiendo por las calles Teatra, Valnu, Smilsu, Elizabetes , Brivibas o Terbatas, se encontrarán con todo tipo de suntuosas decoraciones en los relieves de las fachadas de sus principales edificios. Desde deidades griegas hasta pavos reales (símbolo de belleza y autosuficiencia en el Jugendstil nórdico), máscaras u ondulantes figuras geométricas que dan remate a cada elemento estructural.

Con sus formas, figuras, espacios y colores, el modernismo letón todavía se mantiene fuera del radar occidental, tanto entre arquitectos como viajeros. Por eso, quienes visiten Riga no deben apurarse al recorrerla: su belleza se aprecia despacio, siempre mirando hacia arriba en busca esos detalles únicos escondidos en sus calles, esquinas y fachadas.

Texto: Mariano García

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