En la bisagra donde se articula el mar Báltico con el Golfo de Finlandia, el tiempo contemporáneo se confunde con el paisaje medieval. Entre las murallas y calles de piedra del centro histórico y político de Estonia se desarrolla una de las sociedades más avanzadas en cuanto a gobierno y economía digital. Bienvenidos a Tallinn, la Edad Media online.
Situada a 82 kilómetros al sur de Helsinki, y a 317 al oeste de San Petersburgo, fue en la Edad Media cuando Tallinn tuvo su surgimiento y esplendor, uniendo las rutas comerciales entre Europa y Rusia. Hoy la ciudad encabeza la reorientación cultural y política de Estonia luego de declarar su independencia de la Unión Soviética en 1991, cada vez más cercana al mundo escandinavo y lejos de la influencia alemana y rusa, que ocuparon el país durante casi la totalidad del siglo XX, respectivamente. El motor de este proceso de modernización son las nuevas tecnologías digitales, que colocan al país a la vanguardia en cuanto a gobierno electrónico, digitalización del comercio y ejercicio online de la ciudadanía.
A principios de mes, Estonia se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer una tarjeta electrónica de residencia (e-residencia) para ciudadanos extranjeros. El primero en recibirla fue el editor senior de la revista The Economist, Edward Lucas, uno de los más reconocidos difusores de los progresos del país. La tarjeta es similar a cualquier otra de crédito, y permite a los e-ciudadanos que visiten la nación báltica acceder a facilidades en comercio, viajes, servicios bancarios o visas. Con apenas 1,3 millones de habitantes, el objetivo de Estonia es ganarse la simpatía mundial y alcanzar la meta de al menos diez millones de e-ciudadanos del mundo que se asocien y aporten al crecimiento de la nación.
El proyecto estuvo encabezado, por supuesto, por quien antes había estado al mando del producto digital prodigio de la ciudad: Sten Tamkivi, ex CEO de Skype. En el modelo de tarjeta de identidad online diseñado para extranjeros, no se incluye foto y por lo tanto no es válida como documento oficial, pero está equipada con un chip, código personal y datos biométricos como iris del ojo y huellas digitales. Será distinta entonces a la tarjeta ID que utilizan los ciudadanos estonios, una tecnología que comenzó a implementarse ya a mediados de la década del ’90 en lo que fue un desarrollo modelo en el concepto de e-Estado. Ya en 2005 Estonia era el país con mayor aceptación de esta tecnología por parte de la población, cubriendo al 60% de sus ciudadanos.
En la actualidad, la vida cotidiana del ciudadano estonio está digitalizada desde las operaciones más simples a las decisiones más importantes. Compras por un valor de centavos de euro en un negocio, transporte público, pagar impuestos, prescripciones médicas o votar en elecciones legislativas y presidenciales: todo se realiza a través de la tarjeta de identidad única ID-card que puede poseer cada ciudadano.
A principios de mes, Estonia se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer una tarjeta electrónica de residencia (e-residencia) para ciudadanos extranjeros. El primero en recibirla fue el editor senior de la revista The Economist, Edward Lucas, uno de los más reconocidos difusores de los progresos del país. La tarjeta es similar a cualquier otra de crédito, y permite a los e-ciudadanos que visiten la nación báltica acceder a facilidades en comercio, viajes, servicios bancarios o visas. Con apenas 1,3 millones de habitantes, el objetivo de Estonia es ganarse la simpatía mundial y alcanzar la meta de al menos diez millones de e-ciudadanos del mundo que se asocien y aporten al crecimiento de la nación.
El proyecto estuvo encabezado, por supuesto, por quien antes había estado al mando del producto digital prodigio de la ciudad: Sten Tamkivi, ex CEO de Skype. En el modelo de tarjeta de identidad online diseñado para extranjeros, no se incluye foto y por lo tanto no es válida como documento oficial, pero está equipada con un chip, código personal y datos biométricos como iris del ojo y huellas digitales. Será distinta entonces a la tarjeta ID que utilizan los ciudadanos estonios, una tecnología que comenzó a implementarse ya a mediados de la década del ’90 en lo que fue un desarrollo modelo en el concepto de e-Estado. Ya en 2005 Estonia era el país con mayor aceptación de esta tecnología por parte de la población, cubriendo al 60% de sus ciudadanos.
En la actualidad, la vida cotidiana del ciudadano estonio está digitalizada desde las operaciones más simples a las decisiones más importantes. Compras por un valor de centavos de euro en un negocio, transporte público, pagar impuestos, prescripciones médicas o votar en elecciones legislativas y presidenciales: todo se realiza a través de la tarjeta de identidad única ID-card que puede poseer cada ciudadano.
Así es como los habitantes de Tallinn llevan sus vidas digitalizadas en un entorno urbano que conserva la arquitectura medieval mejor que cualquier otra capital europea. Y algunos todavía se aferran a las viejas costumbres. “Yo prefiero votar a la antigua”, confiesa el periodista Gunnar Leheste mientras nos recibe en la redacción de la agencia Delfi, donde cubre las noticias deportivas. Para votar online solo se necesita la ID-card y un dispositivo que se conecta a la computadora para controlar que cada persona vote una sola vez. Quizás demasiada información para compartir en Internet, según Gunnar.
“El voto electrónico es solo una opción, no es obligatorio para los que poseemos la tarjeta”, agrega. “Lo que sí me resulta muy bueno son las recetas digitales del médico. Me gusta poder llamar a mi doctora, y solicitarle por teléfono algún medicamento sin tener que ir hasta su consultorio. Ella me hace la prescripción online, yo presento mi ID-card en la farmacia y ellos ya ven lo que tengo indicado”.
En el casco histórico de la ciudad, en uno de los tantos cafés que se despliegan por sus calles peatonales y plazas de adoquines, la estudiante de sistemas Anneli Tamm se cuestiona: “me gusta que todo resulte fácil y cómodo, pero, ¿hasta dónde podemos estar seguros que la información que contiene nuestra tarjeta ID es segura? Es decir, toda nuestra vida está en esa tarjeta, y nunca se puede estar completamente a salvo de alguna falla en la seguridad y privacidad de los datos. Hemos tenido casos de ese estilo también aquí en Estonia, y por algunos agujeros donde todo estuvo disponible para todos durante un tiempo”.
Para los ciudadanos que residen en el extranjero, sin embargo, el voto online es de gran ayuda. También para los viajeros empedernidos que nunca están en casa, tal el caso de las hermanas Triin y Kadri Teeväli, las más fieles seguidoras de la selección de fútbol de Estonia. Radicadas en Londres, no se pierden ni un partido de su equipo nacional donde sea que jueguen en Europa (amistosos, Eurocopa, eliminatorias), y hace tres mundiales que dejan todo para recorrer el mundo siguiendo el máximo evento del deporte mundial (incluso cuando su país nunca ha jugado uno). Triin, la menor de estas dos nómades del fútbol, destaca las facilidades para quienes en tiempo de elecciones suelen estar lejos de casa: “En las últimas elecciones yo empecé a votar online, es mucho más fácil para gente como nosotras, que estamos siempre fuera del país. Caso contrario, tendríamos que ir a las embajadas o consulados a votar. En general me parece una buena idea, aún cuando muchas personas sean escépticas respecto a la seguridad de hacer todo por Internet. Supongo que todos tienen derecho a ser un poquito paranoicos.”
Como buenas hermanas que comparten todo, Kadri no piensa lo mismo: “yo voté online durante los últimos 5 años y nunca sentí desconfianza. El resto de los servicios de la ID-card no los uso porque no estoy viviendo en el país. Pero quienes trabajan y viven allá la usan mucho, especialmente los trabajadores jóvenes adultos, que son los que están mejor financieramente y suelen tener estudios universitarios.”
Estonia es el único país del mundo donde se puede votar online. Pero el alcalde de Tallinn, Edgar Savisaar (del Frente Popular de Estonia), hace campaña en contra de este sistema, y se ha manifestado muy escéptico respecto a su uso, llamando a los votantes a no confiar en las innovaciones tecnológicas. Sobre todo porque los votantes online tienen la tendencia a preferir al Partido de la Reforma, actualmente en el poder a nivel nacional, al cual se opone Savisaar. “Eso es puro populismo –sentencia la mayor de las hermanas Teeväli–. Si te fijas quien tiene más votos online en el parlamento, vas a ver la diferencia. El Partido de la Reforma suele sacar mucha ventaja en las elecciones luego que los resultados provenientes de Internet se computan. Pero cuando los votos tradicionales empiezan a contarse pierden de a poco su posición”.
Al igual que las antiguas murallas que delimitan el trazado original de Tallinn, algunas barreras simbólicas todavía se mantienen a la defensiva en cuanto a la aceptación universal de la ciudadanía digital. Entre la vigencia de las tradiciones y los avances de vanguardia, el paisaje medieval de la ciudad es testigo de cómo sus habitantes buscan una nueva identidad de cara al futuro.
Texto: Mariano García