Aunque los nombres de Thor y Ragnarok se asocien más a Marvel y sus fantasías de superhéroes y multiversos gracias a la exitosa película de 2017 dirigida por Taika Waititi, en la serie noruega de 2020 se abordan desde lo ficcional y mitológico los problemas reales de contaminación en la pequeña ciudad noruega de Odda.
Con apenas 6900 habitantes, este rincón escondido de la península escandinava fue ganando popularidad entre los turistas que visitan los magníficos fiordos occidentales gracias a la emblemática imagen de Trolltunga, una particular formación rocosa que sobresale a 700 metros del lago Ringedalsvatnet.
Odda se encuentra a 17 kilómetros de Skjeggedal, pueblo que sirve de punto de partida para ascender a Trolltunga. A pesar de existir desde la Edad de Hielo, este destino explotó para el turismo a partir de 2010 gracias a las redes sociales. Hasta ese momento (que coincide además con la creación de Instagram), menos de 800 personas al año realizaban la difícil caminata de 8 horas y 27 kilómetros de ida y vuelta para llegar a la icónica piedra gigante ubicada a 1100 metros sobre el nivel del mar. En 2016, más de 80.000 personas realizaron la excursión, convirtiéndola en una de las más populares de Noruega gracias a la multiplicación exponencial de imágenes de jóvenes e influencers que han convertido a Trolltunga en una meca de peregrinaje buscando “la” foto ideal para mostrarse sin miedo al borde del precipicio, en un entorno natural impactante.

Pero la acción en “Ragnarok” no sucede en torno a la vertiginosa formación rocosa y el acantilado (aunque haya sido usada en trailers y promociones), sino en el pequeño municipio de Odda. La serie encontró allí la locación perfecta que combina el marco natural excepcional del fiordo Sørfjorden con un casco urbano sencillo y monótono, invadido por el desarrollo industrial.
El muy poco disimulable cambio de nombre de la ciudad sirve para que en la ficcional Edda puedan desarrollarse eventos fantasiosos sin que sean asociados directamente a la realidad de Odda. También para despojar a la pequeña ciudad de la invasión cotidiana de turistas que marcan el ritmo de vida y ocupan sus calles, supermercados y estaciones de ómnibus. En ese sentido, la Edda de Netflix nos hace imaginar cómo era la Odda previa al boom turístico de Trolltunga. Una pequeña comunidad aislada entre montañas, cuya vida económica, social y política gira en torno a la industria metalúrgica pesada, con el impacto negativo en la contaminación de aguas y glaciares de la zona.
El deterioro ambiental que produce el desarrollo económico en lo que solía ser un rincón escondido y paradisíaco en los fiordos occidentales de Noruega es el conflicto que da inicio a la historia. En este sentido, es imposible dejar pasar el paralelismo entre la presencia contaminante de las industrias Jutul en la serie, y la gigantesca metalúrgica Boliden Odda AS en el mundo real.
Los cruces entre realidad y ficción pueden pasar inadvertidos para el público, sobre todo el extranjero. Pero la contaminación que “Ragnarok” muestra en la ficticia Edda es un calco de lo que sucede en Odda.
La planta de Boliden se encuentra en una península a 4 kilómetros del centro de la ciudad. El horno de fundición de metales que domina el paisaje de Odda fue fundado en 1924 bajo el nombre de Norzink AS, y comenzó a producir cinc en 1928. La compañía Boliden adquirió el 50% de la empresa en 1964, y desde entonces es la principal fundición de metales de la región.
En la actualidad Boliden produce 160.000 toneladas anuales de cinc y 40.000 de aluminio; además de cobre y ácido sulfúrico; y es reconocida mundialmente por ser una de las plantas con mejores índices de costo-beneficio. Cuenta con un puerto propio desde donde se exporta más del 90% del cinc directamente al exterior, principalmente hacia los demás países escandinavos, el Reino Unido y la Europa continental.
Hasta los años ’70 los desechos industriales del gigantesco horno de fundición de Odda eran arrojados directamente al agua del fiordo Sørfjorden, lo que convirtió a este paradisíaco entorno en uno de los ambientes marinos más contaminados del planeta.
De acuerdo con la comunicación institucional de la empresa, desde entonces Boliden se embarcó en un programa en conjunto con las autoridades noruegas para hacer que las condiciones ambientales de la zona “regresen a los niveles pre industriales gracias a nuestro compromiso a largo plazo con la protección ambiental”.
A partir de 1986, la solución que encontró la compañía fue construir cavernas en las montañas, para almacenar allí los residuos industriales, en vez de arrojarlos al agua. Hoy en dichas cavernas ubicadas a un kilómetro del horno de Boliden se almacenan desechos que contienen mercurio, sulfuros y otros metales pesados provenientes de la fundición.
Siempre según la comunicación corporativa, esta alternativa ha logrado que los niveles de cinc, cadmio y mercurio en el agua hayan “disminuido considerablemente”, y que hoy se encuentren “dentro de los límites aceptables”. Boliden informa también que los peces y mejillones provenientes de las aguas de Odda contienen metales en niveles “insignificantes” y son aptos para el consumo humano; “aunque no sea recomendable para mujeres embarazadas”.
Según la corporación los desechos de cinc de su planta en las aguas de Odda están en el orden del 75% menos de lo permitido legalmente; lo que representa 30 veces menos de lo que solía ser a finales de los ’80, cuando la concentración era de alrededor de 500 microgramos por litro.
En la mañana del 30 de agosto de 2013, el medidor de la planta de ácido sulfúrico de Boliden presentó problemas que causaron grandes nubes de humo blanco sobre la bahía de Odda. Incluso en situaciones normales, estas las columnas gases son parte del paisaje cotidiano de la ciudad. Si bien el impacto visual de la gigantesca Boliden rompe la imagen idílica de esta pequeña y pintoresca ciudad escondida los fiordos occidentales noruegos, el perjuicio no es sólo estético.
Al igual que en la ficción, las investigaciones independientes sobre la contaminación en Odda (que en la serie son llevadas a cabo por estudiantes de colegio secundario) contradicen las versiones oficiales y corporativas.
Un estudio llevado a cabo por Eiliv Steinnes y Hilde Uggerud, del Instituto Noruego para la Investigación del Aire, concluyó que Odda continúa siendo “uno de los sitios más contaminados” entre las más de 20 ciudades y áreas industriales relevadas. La investigación, realizada en 2015 a pedido de la Agencia Medioambiental de Noruega, analizó la presencia de metales en el aire y en muestras de musgo.
“Las dos fuentes principales de contaminación en Odda están situadas a 5 kilómetros de distancia”, se lee en el informe en referencia a la fundición de cinc de Boliden y una instalación de producción de titanio en Tyssedal. Los resultados de la investigación arrojan números alarmantes en cuanto a la presencia de titanio, cinc y cadmio. Adicionalmente, las muestras tomadas también arrojaron valores “de moderados a altos” en la presencia en el aire de vanadio, hierro, mercurio, talio, plomo y bismuto.
El informe detalla que entre 2010 y 2015 los niveles de deposiciones de titanio han bajado considerablemente. Pero los de cinc y cadmio, precisamente los derivados tóxicos asociados a Boliden, continúan con valores «sustancialmente contaminantes».
El acierto narrativo de “Ragnarok” es tomar esta problemática compleja y trasponer la discusión de papers e investigaciones académicas a un mundo mítico ligeramente corrido de la realidad. Hablar de las industrias Jutul de Edda, y no de Boliden en Odda, seguramente le evita a Netflix una buena cantidad de demandas legales. Pero también abre la puerta al recurso hacer entrar a la mitología nórdica (con sus dioses y monstruos) en los problemas reales del presente y hacerlos conocidos para el público masivo a nivel mundial.
Fuentes consultadas:
Boliden: Fjord clean up at the Odda smelter
Metal pollution around Norwegian industries studied by analysis of naturally growing moss samples
1 Comment