En una nueva visita a la Argentina, el talentoso bajista camerunés Richard Bona se presentó en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires como parte de la gira de lanzamiento de su nuevo CD, “The Ten Shades of Blues”. Pero en dos horas de show, ofreció mucho más que sus nuevas diez maneras de interpretar blues: hubo jazz, fusión, improvisaciones, carisma y humor para redondear un espectáculo de primera línea.
Bona fue desarrollando minuciosamente un set que fue metiendo de a poco al público en clima. Para calentar motores, un par de temas de sus discos previos donde la banda fue ajustando el sonido, entrando en calor.
Previamente a los temas del nuevo CD, Bona tomó el micrófono y comenzó un show paralelo al musical, dando muestras de un excelente humor. Desde entonces, no dejaría de bromear acerca de sus músicos, pronosticó una victoria de Camerún sobre Argentina en la final del Mundial de Fútbol por 1 a 0 (“como sucede siempre”, en alusión a aquel partido de Italia 1990), dejó en claro su adicción al dulce de leche y el bife de chorizo, y fue haciendo partícipe a la audiencia.
A continuación, el set de nuevas canciones, iniciado con “M’bemba Mama” (que según Bona, en castellano significa…. “M’bemba Mama”); y seguido por “Shiva Mantra”. Sin músicos ni instrumentos tradicionales de la India que dan fuerza a la versión en estudio, Bona reversionó esta última desde un poderoso funk en donde el teclado del holandés Etienne Stadjick se puso a la delantera; logrando así que el mejor tema del CD sea también uno de los mejores momentos de la noche.
Con “Liberty City” de Jaco Pastorious, se abrió una larga y entretenida jam session en la cual el trombonista Marshall Gilkes sorprendió con su solo, para dejar sin palabras a los que lo veían solo como un buen acompañante. Luego, cada uno fue teniendo su momento, reservándose Bona el lujo de hacer un solo de bajo más extenso y técnico, adornado ingeniosamente con toques de humor.
Con una notable humildad, que no siempre acompaña a los talentosos solistas, Bona se lució e hizo lucir a su banda. El toque latino del baterista cubano Ernesto Simpson y el trompetista Mike Rodriguez rindieron frutos toda la noche, y la guitarra del “Pirata del Caribe” Jean Christophe Mallard (de la isla de Guadalupe); le puso fuerza rockera a la noche.
Bona ofreció su magia tanto desde el bajo como con su notable técnica para cantar, con una afinación perfecta y un sentimiento único; que logran que la belleza de los sonidos rompa con las barreras idiomáticas. Incluso a capella, sampleándose a sí mismo en vivo para lograr un coro unipersonal donde Bona interpreta desde melodías hasta líneas de bajo.
Ya sea cantando en dialecto douala, en portugués, hablando en inglés o esforzándose para mejorar su castellano; el lenguaje de Richard Bona es la música, que más que nunca a través de él se convierte en lenguaje universal.
Texto: Mariano García